Cristo nos ha llamado para estar con Él, y en esto consiste la dimensión contemplativa de nuestro carisma; pero también nos ha llamado para compartir su misión, lo cual constituye la dimensión activa. Con nuestro apostolado participamos en la misión de Cristo de forma específica y concreta.
Como ya se ha visto, durante el primer año del Noviciado se hace hincapié en la formación para la dimensión contemplativa de nuestra vida. El objetivo de esta segunda etapa es formar a las hermanas para anunciar la Palabra, evangelizar y extender el Reino, por eso su cita lema es
«Y los llamó para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar…» (Mc 3,14)
El Noviciado II es tiempo de capacitar a las formandas para que asuman los servicios pastorales, tiempo de enseñarles a descubrir la misión del Instituto no como simple esfuerzo humano para hacer el bien, sino como una acción profundamente eclesial.
Este es el tiempo de formarlas como apóstoles, para extender el Reino de Dios, para evangelizar, para dar a conocer su amor, para que de esta manera Cristo sea conocido, amado y servido.
Por eso en este tiempo se alternan períodos de estudio y oración con períodos de intensa actividad apostólica. Las novicias II participan más activamente de misiones y servicios pastorales en grupos de oración, en la atención de jóvenes, en las comunidades carismáticas o en todo servicio que la Iglesia nos solicite.