Dos meses antes de terminar el Noviciado II, si las hermanas están firmes en su decisión de comprometerse en este Instituto, solicitan por escrito la gracia de emitir votos temporales.
El día de la profesión temporal las nuevas profesas reciben el velo negro, las Constituciones y el Directorio del Instituto, que desde ese momento se comprometen a observar, puesto que la profesión temporal es ya una pertenencia plena al Instituto.
El periodo de profesión temporal o Juniorado es la fase de maduración religiosa que continúa a la experiencia del Noviciado, manteniendo a la hermana en su crecimiento vocacional y preparándola para la profesión perpetua.
En esta etapa la hermana ha de madurar:
- En su identidad personal, integrando su crecimiento humano con el seguimiento de Cristo;
- En su fe cristiana, mediante una progresiva comprensión de la misma, sobre todo a través de la oración, la reflexión y el estudio;
- En su vocación a ser Discípula de Jesús, adquiriendo una adecuada preparación teórica y práctica;
- En su progresiva participación en la misión de evangelizar y discipular propia del Instituto, tomando parte en algunas experiencias apostólicas significativas;
- En el estudio de aquellos elementos de su formación establecidos por el Proyecto Formativo del Instituto para el tiempo del Juniorado.
El Juniorado dura cuatro años, y sus objetivos están indicados por las citas que acompañan cada año:
En el primer año la finalidad es crecer como Esclava, y la cita lema:
«He aquí la Esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38)
El objetivo del segundo año es crecer como Discípula, y la cita:
«El Señor Yahvéh me ha dado lengua de discípulo para hacer saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído para escuchar como los discípulos…» (Is 50,4)
En el tercer año las hermanas deben crecer como esposas, y la cita es
«Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh…» (Os 2,21-22)
El cuarto año las hermanas están llamadas a crecer como madres, y la cita es:
«En lugar de padres tendrás hijos, príncipes los harás sobre toda la tierra…» (Sal 45,17)
Terminado este tiempo, las hermanas entrarán en la etapa de preparación para sus votos perpetuos, que es un período de tres a seis meses donde tendrán esta cita lema:
«La llevaré al desierto y le hablaré al corazón» (Os 2,16)
En estos meses la hermana ha de revisar el camino recorrido, valorar su historia vocacional a la luz de Dios, y verificar la solidez de sus motivaciones. De esta manera se prepara a realizar una opción definitiva en la Vida Consagrada de manera libre y madura.
El Juniorado es el tiempo propicio para que las hermanas inicien diversos estudios académicos, siempre cuidando que dichos estudios sean en bien de su persona, de su consagración, del Instituto y de la Iglesia.
Para las hermanas, su condición de Discípulas debe ser una fuerte motivación a contribuir con un interés responsable en su formación y estudio, aprovechando las oportunidades que Dios les proporciona.