En el Noviciado es donde se ponen las bases de la Vida Consagrada, ya que es en esta etapa cuando las formandas inician la experiencia de la vida en el Instituto. Dicha experiencia debe ser iluminada y sostenida por una esmerada profundización teológico-espiritual y apoyada por la guía de una Maestra.
La cita lema que ilumina esta etapa de Noviciado I es
«Y los llamó para que estuvieran con Él…» (Mc 3,14ª)
Las hermanas entran de manera oficial al Noviciado a través de una ceremonia donde se bendicen y se entregan los hábitos. Al entregarlos la Superiora General les dice:
- Recibe esta túnica como signo de tu consagración a Dios. Recibe este escapulario como signo de la cruz de cada día que llevarás con alegría para imitar a Jesús. Recibe este velo, este cinturón y estos huaraches, como signo de la obediencia, castidad y pobreza que aprenderás a vivir para ser verdadera Discípula de Jesús. Recibe este Rosario, úsalo como una protección de tu consagración y para que crezcas en amor a la Virgen María a quien te encomiendo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Luego pasan a un lugar privado donde las madrinas, que previamente las novicias han escogido de entre las hermanas, les ayudan y enseñan a portar el hábito. A continuación regresan a la Capilla donde firman su compromiso con Dios y con el Instituto por un año. Después todas las hermanas del Instituto oran por ellas y las felicitan.
El objetivo de esta etapa, como lo expresa el texto antes citado, es aprender a estar con Él; para esto fuimos llamadas a ser Discípulas suyas. Discípulo es el que sigue a un maestro para vivir con él y como él, y nosotras reconocemos y aceptamos a Jesús como nuestro único Maestro y Señor, a quien escuchamos y seguimos.
En este tiempo, con la ayuda de la Maestra y de la comunidad, la novicia debe:
- Aprender a vivir la Vida Consagrada al estilo de las Discípulas de Jesús, profundizando las motivaciones de su opción; adquirir una mentalidad de fe e interiorizar los valores de la Vida Consagrada y del Instituto.
- Verificar su idoneidad para vivir como Discípula de Jesús, de tal modo que se pueda llegar a una certeza moral de dicha idoneidad positivamente probada por su parte y por parte del Instituto.
Para lograr esto en el Noviciado se vive en un ambiente de profunda oración, estudio y reflexión, que ayudará a las jóvenes novicias a encontrarse con Jesús principalmente como su Maestro, y a aprender a escucharlo y seguirlo. Este es el tiempo de descubrir a Jesús como el Amado, el Esposo; es el tiempo de profundizar en la relación esponsal con Él, que es el fundamento de nuestra consagración.