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      ¡Feliz cumpleaños, María!

      Comienza septiembre y estamos de fiesta. Exactamente 9 meses después de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, la Iglesia nos presenta la Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María… ¡El cumpleaños de nuestra Mamita del Cielo! ¡Feliz cumpleaños, María!

      En la Inmaculada Concepción celebramos el momento en que María es engendrada por sus padres, San Joaquín y Santa Ana, libre de pecado original, limpia, pura, santa, Inmaculada, en previsión de los méritos de Cristo Jesús. Y hoy es la gran fiesta de su nacimiento en este mundo.

      Si Cristo es la Luz del día, Ella es la Aurora

      ¿Por qué celebramos con tanto gozo su nacimiento?

      Podríamos decir que el nacimiento de María, tanto o más que el de Juan Bautista, es como el preludio de la Salvación, su anticipo, su anuncio.

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      Así como en el comienzo del día, antes de que salga el sol, viene la aurora, así llega María. La aurora es ese primer momento del día: todavía no amanece, todavía la oscuridad llena la tierra, pero hay una claridad que ya va anunciando el amanecer, que va pintando todo con una tenue y sonrosada luz. Los pájaros despiertan, la vida vuelve, todo anuncia el nuevo día.

      Así es Ella. Llega María y todo anuncia que ya llega la Salvación, que ya viene Jesús, que el gozo está cerca, que la Redención es nuestra, que este amanecer ya no tendrá ocaso, que Jesús vendrá y que su Salvación, preanunciada por Ella, es real y definitiva.

      Esperada por los siglos

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      María fue anunciada ya en el Paraíso por el mismo Dios cuando le dijo a la serpiente (el Diablo), después que el hombre cometiera el pecado original: “Establezco enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia, Él te aplastará tu cabeza, y tú le acecharás el calcañar” (Gn 3,15).

      Más tarde fue esperada y anunciada por los profetas, así como fue esperado el Mesías. Miqueas habla de “la que ha de dar a luz” (Mq 5,2). Isaías de “una doncella que está encinta y va a dar a luz un hijo” (Is 7,14).

      Su nacimiento es el anuncio de que la salvación esperada por los siglos está por llegar. Ella es quien anuncia la “plenitud de los tiempos”, como dirá San Pablo: “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva…” (Ga 4,4-5)

       

      Donde llega María llega la alegría

      Si leemos atentamente los Evangelios podemos ver que cuando María aparece en escena su presencia siempre es fuente de alegría.

      Lo vemos especialmente cuando visita a su prima Isabel: “…el niño saltó de gozo en mi seno…” (Lc 1,44)… Y en las bodas de Caná, cuando gracias a ella Jesús convierte el agua en vino (¡Era mucho vino…! Según los estudiosos, entre 480 y 720 litros!) y alegra la fiesta de unos novios que estaban en problemas (Jn 2,1 y sig).

      Donde Ella llega, llega el gozo, la alegría, la plenitud, la salvación… Porque Ella siempre anuncia a Jesús, y Jesús es la fuente de todos esos bienes.

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      or eso hoy, en su cumpleaños, te invitamos: ¡Déjala entrar en tu vida! ¡Permite que entre en tu casa! No le cierres la puerta de tu corazón… Como Aurora que anuncia la plenitud de la Luz, Ella anunciará en tu vida un nuevo amanecer… Será la promesa de un nuevo gozo y una esperanza renovada para que puedas levantarte de todas tus penas y soledades, y caminar a la luz de Jesús.

      Y no te olvides de decirle con todo tu corazón:

      ¡Feliz cumpleaños, María!

       

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