¿Es posible lograr una verdadera comunicación en el matrimonio?
Esta es una pregunta bastante frecuente en el ámbito de la pastoral familiar. Y es muy importante, ya que creemos firmemente que si se logra una buena comunicación en el matrimonio se puede asegurar el éxito del mismo.
Y no es una pregunta muy difícil de responder. Para empezar, se debe creer firmemente en el matrimonio y estar dispuesto a luchar por defenderlo del ataque inclemente que está sufriendo actualmente.
Evidentemente, hay fuerzas políticas y económicas que convierten en ídolos el poder y la riqueza como fundamento único de la existencia humana. En un orden mundial dirigido por estos poderosos el objetivo principal es la destrucción de la familia, ya que de esta manera se pueden apoderar de la sociedad y así lograr el control mundial. Por eso contribuyen con sus mensajes a propagar el sexo libre y desenfrenado, la homosexualidad, las relaciones pre y extramatrimoniales, el divorcio, la infidelidad conyugal, el aborto, la no concepción, la aceptación del amor libre y toda clase de promiscuidad.
Es así como muchas se extrañan hoy ante una pareja que se siente feliz y realizada en su vida matrimonial, y más se extrañan cuanto más años de matrimonio llevan.
En cambio, no les parece raro encontrarse con parejas de seis meses o un año de casados que se están separando. Lo juzgan como algo natural por la frecuencia con la que ocurre, y ni siquiera se cuestionan qué es lo que está sucediendo.
Pero ahondemos en las causas de las separaciones tan tempranas hoy en día. Además de todas las influencias externas de que hablábamos al principio, veremos que la falta de comunicación incide con mucha fuerza en esta realidad.
[bctt tweet=»Si los esposos no se comunican, forzosamente deja de haber relación.» username=»HermanasDJ»]
Y esto es así porque la comunicación es el fundamento de toda la vida social. Si esta se suprime en un grupo, el grupo como tal dejará de existir. Con mayor razón dentro de la relación conyugal. Si los esposos no se comunican, forzosamente deja de haber relación.
La fantasía del noviazgo

Ante esta realidad de las numerosas separaciones surge la pregunta: ¿qué pasó con estos esposos que tanto se amaban cuando eran novios?
Y veremos que seguramente durante la época de noviazgo se dieron en parte las condiciones para que la pareja se enamorara. Pero también con seguridad, al llegar al matrimonio y una vez “conquistados”, descuidaron ciertos elementos que un día les permitieron fijarse el uno en el otro.
El noviazgo es una época de intenso romance que indudablemente favorece la comunicación tanto verbal como no verbal. Los enamorados se manifiestan continuamente que se aman. Comparten sueños, esperanzas, ilusiones… Se ponen metas y, por qué no decirlo, comparten también preocupaciones, tristezas y frustraciones. Se saben interpretar los silencios y las caras largas, y con una flor o un chocolate surge nuevamente la más alegre de las miradas… Porque el corazón enamorado busca la felicidad del ser que ama.
El problema del lenguaje absoluto
En un curso prematrimonial le preguntaban a unos novios:
- ¿Han hablado de sus diferencias, de sus gustos, de sus cualidades y sus defectos?
- Todo nos lo hemos dicho, fue la respuesta.
- ¿Y qué cualidad te atrae más de tu novia?, preguntaron al muchacho.
La respuesta fue:
- Todo.
Y cuando le preguntaron por el defecto que más le disgustaba, respondió:
- Ninguno.
Este lenguaje “absoluto” es síntoma claro de la falta de objetividad que hay en el romance, lo que crea falsas expectativas y causa, al llegar al matrimonio, grandes crisis en la comunicación. Porque entonces se dan cuenta de que la realidad es otra. Ni uno ni otro son tan virtuosos como para decir “Todo me gusta de él”, o “Nada me molesta de ella”.
Cuando empiezan las llegadas tarde, o los malos genios, o la ropa tirada, o la crema dental destapada… Para añadir a la lista de las angustias por el pago de la renta, y el dinero que no alcanza, o la pelea porque hoy no quiero visitar a tu familia… Entonces comienzan a fastidiarse por todo.
Esto contribuye a que la comunicación empiece a descender de nivel. El lenguaje absoluto que se utilizó durante el romance surge nuevamente pero invertido. Si se le pregunta a un esposo desilusionado de su matrimonio: “¿Qué te gusta más de tu esposa?”, casi con seguridad la respuesta será “¡Nada!”. Y si le preguntan: “¿Qué te molesta de ella?”, responderá: “¡Todo!”.
En una oportunidad le preguntaban a un joven que se estaba separando de su esposa:
- ¿Qué fue lo que te enamoró de fulanita?
Él respondió:
- Su alegría, su orden y su franqueza.
- Y ¿por qué te vas a separar?
- Por su alegría, su orden y su franqueza, fue la respuesta.
La incomunicación y sus efectos
¿En dónde, pues, se rompió el hilo que los mantenía unidos? En la deficiente comunicación que practican. Cuando no se le reconocen al otro sus propios valores y no se buscan los momentos oportunos para decirse las cosas… Cuando en lugar de una comunicación respetuosa, abierta y transparente, se presentan las agresiones de doble vía… Entonces se acaba la paz del hogar junto con la poca comunicación que quedaba.

Las relaciones familiares se deterioran cuando:
…no se dicen las cosas con amor y comprensión,
…no hacen el esfuerzo por interpretar lo que el otro quiere decir,
…tratan de cambiar al otro para hacer realidad las expectativas que cada uno llevaba al matrimonio,
…asumen actitudes defensivas al sentirse atacados en su intimidad,
…no se sienten aceptados por ser como son,
…no sienten ningún estímulo para asumir verdaderamente y con plena libertad la mejora personal.
A veces surgen reconciliaciones, pero son poco duraderas porque se vuelven a caer en los mismos errores. Y reaparece la crítica sistemática y el lenguaje absoluto:
– “Tú nunca me ayudas…
– “Siempre dejas la ropa tirada…”
– “Todo me lo contradices…”
Y a esto se añade que han desaparecido los gestos y los detalles amorosos, la caricia tierna, el susurro al oído para decirle al otro “te quiero y me haces falta…”
Y llega la crisis
Esto por lo general, cuando no conduce a una crisis total o a un rompimiento definitivo, puede acomodarlos en una falsa tolerancia nada saludable para la relación. Y decimos “nada saludable” porque lleva a que cada uno viva su vida en forma independiente, alejándose de la verdadera realidad de lo que es el matrimonio.
Cierran el uno al otro su corazón de tal manera que ni siquiera sacan unos minutos de su valioso tiempo para hablar de los dos. De sus inquietudes, de sus temores, de lo que cada uno lleva dentro de sí, ni siquiera de sus esperanzas e ilusiones. De todo lo que está afectando positiva o negativamente la relación de los dos.
El arte de la comunicación en el matrimonio
La comunicación es una actitud de apertura al otro que implica disponibilidad generosa para compartir, es decir, para dar y para recibir.
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Sin embargo la comunicación no es fácil. Es un arte que se debe practicar continuamente para desarrollarlo en toda su plenitud y para sacar el mejor provecho de él. Así como el deportista debe entrenar continuamente para mantenerse en forma, o el pianista debe practicar por horas para mantener las manos ágiles en el manejo del teclado, así también nosotros, como seres humanos, necesitamos practicar al máximo y mejorar cada día la calidad de nuestra comunicación.
Y hablamos de calidad porque nos referimos a que estamos llamados a compartir con la persona que amamos no solamente las cosas que hacemos durante el día y lo que hemos aprendido. La calidad está en ir al fondo de nosotros mismos.
El valor del silencio en la comunicación

Se les pidió su testimonio a unos esposos que llevan 37 años de casados, unidos, felices y realizados con su matrimonio. A la pregunta de qué consideraban ellos que les había ayudado a mantenerse unidos y aún enamorados, respondieron:
“Desde que nos casamos, todos los días procuramos sacar un tiempo para los dos. Nos sentamos por unos minutos el uno frente al otro y abrimos nuestro corazón. Compartimos no solo los pormenores del día, sino también nuestras angustias, temores, sueños, ideas, pensamientos e ilusiones. Y así hemos aprendido a conocernos y a aceptarnos. Más aún, hemos aprendido a escucharnos, y nos sentimos personas valiosas porque lo que decimos es siempre importante para el otro, aunque sea la cosa más tonta, hasta cuando callamos…”
Esto nos ayuda a comprender que verdaderamente el que ama sabe escuchar, inclusive el silencio. Porque el silencio también forma parte de la comunicación. Como cuando el marido regresa del trabajo agobiado por múltiples problemas y no tiene deseos de hablar. Una esposa comprensiva capta su silencio, comparte su preocupación y, por supuesto, sabe esperar el momento oportuno para oír de él todo lo que está sucediendo. Y para esto solo se necesita que haya un interés sincero, un poco de atención, la sensibilidad para escuchar, el ánimo de comprender y el compartir sincero. Un oído abierto es el único signo fidedigno de un corazón abierto. Y escuchar es el 90% de una buena comunicación, porque todos necesitamos desesperadamente que se nos escuche.
Así es como nos sentimos valiosos e importantes. Porque ¿qué sería de nosotros si habláramos y habláramos y nadie se interesase por lo que decimos?
La comunicación en el matrimonio mantiene vivo el amor
La comunicación es el lazo de unión entre las personas, y con mayor razón lo es entre marido y mujer. ¿Cuáles son sus efectos en el matrimonio?
- Disuelve las barreras.
- Favorece la comprensión recíproca.
- Facilita la solución de los conflictos e inclusive contribuye a prevenirlos.
- Posibilita la cooperación para el logro del bien de los esposos.
- Hace que la convivencia no solo sea tolerable sino agradable, y no solo agradable sino también fructífera y enriquecedora.
Se puede entonces lograr la unidad en el matrimonio siempre y cuando exista una buena comunicación entre los cónyuges.
La comunicación no consiste simplemente en que uno diga y otro escuche algo. La palabra comunicación en su sentido más profundo significa comunión. Y esto implica compartir ideas, sentimientos, y la misma vida en un clima de reciprocidad. La comunicación es entonces la acción de compartir, de dar a otro una parte de lo que somos y tenemos. Y dentro del matrimonio es dar lo mejor que poseemos: ¡nosotros mismos!, y recibir en nuestro corazón a esa persona maravillosa con la cual un día decidimos en plena libertad unir nuestras vidas para siempre.
[bctt tweet=»La incomunicación mata el amor. Por eso la comunicación en el matrimonio no solo es urgente y necesaria, ¡es vital! Porque mantiene vivo el amor de los esposos.» username=»HermanasDJ»]
Por eso, esposos, esposas, matrimonios de hoy, y también quienes están en plan de casarse: Aprendan a comunicarse, tomen cursos si es necesario, pero den a su relación la importancia que merece.
La incomunicación mata el amor. La comunicación en el matrimonio no solo es urgente y necesaria, ¡es vital! Porque la comunicación mantiene vivo el amor de los esposos.
Te invitamos a dejar tus comentarios, inquietudes, sugerencias… Todo será muy bienvenido, ya que todo nos ayuda a crecer.
¡Dios te bendiga!